44 niños participan en un campamento de diabetes tipo 1

Disciplina. Es la mejor fórmula para mantener a raya la diabetes tipo I, la insulino-dependiente, que sufren los 44 niños de entre 9 y 17 años que participan en el Campamento para Niños Adolescentes con Diabetes, coordinado por la Asociación de Diabéticos del Principado de Asturias (ASDIPAS) y el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). El objetivo no es otro que educar a estos jóvenes para que hagan su vida con normalidad. «Aprenden a gestionar su enfermedad haciéndose más autónomos», indicó Andrés García, presidente de ASDIPAS.

«Es muy importante que aprendan a prevenir complicaciones tardías con un buen control y una buena dieta y actividad física regular», enfatizó el director general de Salud Pública, Antonio Molejón, que afirmó que esta enfermedad afecta a unos 200 menores asturianos, que debutan entre los 4 y los 18 años. «Es la tasa esperada, aunque en los últimos años hubo una ligera tendencia a incrementarse», apuntó.

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A las actividades lúdicas, se suman las obligaciones como diabéticos. Para ello cuentan con la ayuda de cinco endocrinos y varios enfermeros. «Se les enseña a controlar su alimentación por raciones para que lleven una dieta adecuada o cómo funcionan los sistemas de medición de glucosa en sangre», añadió. Una disciplina que es más fácil inculcar a los más pequeños que a los adolescentes, pues éstos «se revelan contra esta pequeña esclavitud», afirmó Edelmiro Menéndez, jefe de Endocrinología del HUCA.

«Cuando vuelven a casa, los padres suelen decirnos que llegan cambiadísimos», destaca Andrés García. Ese es precisamente el objetivo de las clases educativas y los refuerzos que reciben a diario durante las diez jornadas que dura el campamento, que los chavales sean más independientes en el manejo de la enfermedad y no dependan tanto de sus padres. «Que vean que pueden hacer lo mismo que otros niños» y que la enfermedad no sea un impedimento para, por ejemplo, ir de viaje de fin de curso con sus compañeros de clase.

Illán González es uno de esos adolescentes que, estos días en Ibias, aprende a convivir con la diabetes. «La rutina se lleva mal, pero te acabas acostumbrando», reconoce. Para Adrián Moré, lo más complicado de la dieta es «no poder comer mucha pizza». Junto al resto de compañeros, como Sergio Hernández, disfrutan del campamento, que combina actividades divertidas con «otras más rollo», confesó. Los campamentos educativos para niños y adolescentes diabéticos llevan celebrándose ininterrumpidamente desde hace 42 años.

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