Subidas y bajadas inexplicables
Ayer fue un día de locos.
Sobre las 11 de la mañana, mi glucosa empezó a desplomarse sin motivo aparente. Por más que comía, no había manera de remontar. Para colmo, el sensor de glucosa decidió unirse al caos: colapsó por completo y me soltó un frío mensaje: *»Sustituya el sensor. Su sensor no funciona. Retírelo e inicie uno nuevo.»* 😡
Entre zumos, glucosa líquida y miel, para las 14:00 no superaba los **120 mg/dl**. Comí un plato moderado de paella valenciana, pero el sensor ya había dicho *basta*. Tuve que recurrir a mediciones capilares, y tras dos horas de controles, no logré a subir de **140**.
Para algunos, esos números podrían ser perfectos, pero para mí —sin páncreas— son señal de días **complicados**.
Hoy me he despertado en **148**. Tras el desayuno, ni me he pinchado… La verdad, estoy **acojonado**.
Y a todo esto, sumale los problemas de no tener páncreas, bazo, vesícula biliar, que te falte un trozo de estómago y otro de intestino… Con **56 años**, después de **32 años trabajando y cotizando**, ni me jubilan ni me conceden la incapacidad.
Pero gracias a Dios, estos episodios no son frecuentes, y la vida —a pesar de todo— la vida sigue siendo maravillosa 😎
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