El próximo noviembre, mes en que precisamente se celebra el Día Mundial de la Diabetes -el día 14-, se cumplirá un año del diagnóstico del pequeño Sergio Álvarez Cabo, gijonés de ocho años, alumno del Nicanor Piñole, portero en la Sociedad Deportiva Llano 2000, socio, como su padre, del Sporting y también aficionado al bádminton, que debutó con siete años con una diabetes mellitus tipo 1. Una enfermedad que le ha impuesto su propio reglamento, pero que no le ha limitado en lo que más le gusta: la práctica del deporte. Recuerda su madre, Lorena Cabo, que incluso el mismo día que abandonó el Hospital Universitario de Cabueñes quiso estar presente en el partido que esa tarde disputaba su equipo.
En Cabueñes pasó cuatro días ingresado después de que su pediatra confirmara las sospechas con las que sus padres le habían llevado al centro de salud: que esa sed excesiva -«bebía cuatro y cinco litros al día»- y las constantes idas al cuarto de baño para orinar no eran normales. Cuatro días en los que el niño, y sus padres, se vieron «muy arropados» y recibieron «una formación muy intensa» sobre lo que era la diabetes tipo 1 y cómo debían manejarse con ella a partir de entonces. «El trato fue muy bueno y lo sigue siendo», cuenta la madre, que destaca que «disponemos de un teléfono al que podemos llamar las 24 horas del día porque siempre hay una persona de guardia. Te da mucha tranquilidad saber que tienes ese respaldo».
De momento solo han tenido que recurrir a él en una ocasión. Cuando Sergio volvió al colegio y a la profesora se le planteó la duda de qué hacer ante unos niveles de glucemia muy elevados. «Nos dijeron que bebiera agua e hiciera algo de ejercicio y ya le bajó».
Enfermera escolar
La atención en el ámbito escolar es precisamente el único pero que pone Lorena Cabo a esta nueva situación que les ha tocado vivir. «Lo ideal sería que en el colegio hubiera una enfermera. No te das cuenta de ello hasta que te pasa a ti», apunta. Y eso que Sergio, un niño que destaca por su madurez pese a su corta edad, «es muy consciente» de la importancia de controlar bien la enfermedad y ha aprendido a pincharse él mismo la insulina, una rutina que ha de repetir en cada comida y, dependiendo de los niveles de glucemia, en ocasiones también a media mañana.
«Tenemos plena confianza en él. Él se vigila y se pincha sin problema», afirma su madre. Así que el pasado verano, cuando insistió en que no quería perderse la experiencia de irse de campamento, no encontró objeción por parte de sus padres.
Y así, día a día, unos y otro se van acomodando a convivir con una enfermedad crónica que, en un principio, «recibes como un mazazo porque piensas que le va a limitar», pero que, por otra parte, le dio la oportunidad de cumplir uno de sus sueños: conocer la Ciudad del Fútbol de Las Rozas. Porque este vecino de Nuevo Roces fue uno de los sesenta niños de toda España seleccionados para participar en la novena edición de la Diabetes Cup España, un torneo dirigido a niños y niñas con diabetes tipo 1 organizado por la farmacéutica Lilly en colaboración con la Federación Española de Diabetes (FEDE), en la que se incide a los pequeños en la importancia de la práctica regular de ejercicio y la alimentación saludable como herramientas para un adecuado control de la enfermedad.
Él fue el portero del equipo de los ‘Tiburones’, durmió en la habitación de Sergio Busquets -aunque reconoce que su jugador favorito de la Selección es Unai Simón-, se llevó de Las Rozas una medalla, un diploma y una equipación de la Selección y ganó un balón firmado por los jugadores en un concurso de cocina en el que preparó una ensalada con forma de campo de fútbol. Todo en un intenso fin de semana, el pasado mes de septiembre, del que guardará siempre recuerdos imborrables.
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Este post se basa en el tema «Sergio le para un penalti a la diabetes« publicado en Diabetes Foro.
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