Año 2018, Valencia, avenida Ausias March, gasolinera franquicia “Sur”. Suena el teléfono; estoy fuera del alcance de los surtidores. Es totalmente legal descolgar; no vamos a salir por los aires.
—Buenas… ¿Don Andrés? Le llamamos de la mutua en referencia a su analítica. Le ha salido 369 de glucosa (azúcar) en ayunas, siendo los niveles normales entre 70 y 100…
Podría deciros que sentí la flecha en el talón de Aquiles y acabé derrumbado, pero no fue así.
Esas noches, con sus respectivas meadas apestosas, en las que te daba tiempo a escuchar un discurso de Fidel Castro o a llenar el embalse de Alarcón con “mi agüita amarilla, cálida y tibia”, toma paráfrasis de “Los toreros muertos”. Ese grifo del agua que lo agarrabas como un alcohólico agarra una botella de Terry, ese cansancio después de desayunar leche con tres magdalenas que me dejaba K.O. hasta el mediodía y esa barriga que se había esfumado de la manera que muchos sueñan: “sin hacer nada y encima comiendo”.
Todo aquello ya me presagiaba que doña diabetes circulaba por mis venas y páncreas. Pero era un cobarde; quería vivir en la inmunidad. Mi cerebro quería sobrevivir. Aceptar una enfermedad le iba a suponer decir bye bye a sus grasas saturadas y dulces ricos en azúcar, sus alimentos preferidos para la supervivencia en tiempos de escasez.
369 me cambió la vida y mucho. 369 me llevó a implicarme mucho más en el desarrollo personal, a cambiar mi modo de ver la vida. Ha sido un camino jodido, lleno de fantasiosas horcas abrazando mi cuello mientras la mirada se queda mirando la viga del techo.
Pensamientos que ni Edgar Poe se imaginaría… es una mierda, así que la mierda, como buen abono, es lo que empecé a utilizar como alimento para una vida sana nutricionalmente, espiritualmente y socialmente.
Y aquí estoy, en una red social de calidad, en la mejora del día a día, nutriéndome de gente que sabe mucho más que yo. Que lo malo se pega, y lo bueno también.
No es fácil escribir estas palabras, pero era mucho más difícil callarlas. Hoy en día ya no tengo miedo ni vergüenza de abrirme, de ser un open mind.
Sé que este texto, en el mundo corporativo y en la ganancia de las ventas y negocios, no sirve de nada. Pero a mí sí, hablar de mí, de mi lado oscuro, de un pasado oscuro donde una madre te abraza porque le dices que quieres desaparecer del mundo, donde una madre te dice: “ojalá me lo pudiera arrancar yo y dártelo” (el páncreas), donde, en algún susto, casi voy al otro barrio por un mal cálculo de insulina y, entre lágrimas, le dices a una madre:
“Si muero, no sintáis lástima por mí; he vivido mucho más que muchos de los que veo. He escalado tres miles, un cuatro mil en África, he hecho vivacs, cicloturismo con alforjas, dormir en España en agosto bajo columnas de hielo a casi tres mil metros. Quince años de montañismo, motociclismo con alforjas y dormir en todas esas travesías donde la vida me dictaba. ️
Morir, sabiendo que no soy el inútil que la basura tóxica me ha tratado de inculcar por sus maquilladas envidias, cobardes incultos analfabetos que se aprovechan del psicologicamente debil. Morir, siendo reconocido por catedráticos de la universidad de Cuenca y Valencia como una persona que es capaz de ver más allá y de saber más allá.
Morir, habiendo disfrutado de la naturaleza, los grandes pensadores de la historia y de la literatura universal.
Morir, al menos en el camino de lo que más me hace ilusión en esta vida.
Morir buscando la sapiencia, la sabiduría, la virtud. Con las cadenas rotas que me tenían prisionero.
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Este post se basa en el tema «Mi relato, mis pensamientos, y mi futuro tras el 369 de ayunas. Espero que os inspire u os sirva.« publicado en Diabetes Foro.
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