Los participantes que sólo comieron durante una ventana de ocho horas entre el mediodía y las 8 de la tarde cada día perdieron más peso en seis meses que los participantes que recibieron instrucciones de reducir su ingesta de calorías en un 25%. Ambos grupos registraron reducciones similares en los niveles de azúcar en sangre a largo plazo, medidos mediante una prueba de hemoglobina A1C, que muestra los niveles de azúcar en sangre durante los últimos tres meses.
El estudio se llevó a cabo en la UIC e incluyó a 75 participantes en tres grupos: los que siguieron las normas de alimentación con restricción horaria, los que redujeron las calorías y un grupo de control. A lo largo de seis meses se midieron el peso, el perímetro de cintura, los niveles de azúcar en sangre y otros indicadores de salud de los participantes.
La autora principal, Krista Varady, asegura que a los participantes del grupo de restricción horaria les resultó más fácil seguir el régimen que a los del grupo de reducción calórica. Los investigadores creen que esto se debe en parte a que los médicos suelen recomendar a los pacientes con diabetes que reduzcan las calorías como primera línea de defensa, por lo que muchos de estos participantes probablemente ya habían probado esa forma de dieta y habían tenido problemas con ella. Y aunque a los participantes del grupo de restricción horaria no se les indicó que redujeran su ingesta de calorías, acabaron haciéndolo al comer dentro de un margen fijo.
«Nuestro estudio demuestra que la restricción horaria puede ser una alternativa eficaz a la dieta tradicional para quienes no pueden seguirla o están agotados –afirma Varady, catedrática de Kinesiología y Nutrición–. Para muchas personas que intentan perder peso, contar el tiempo es más fácil que contar las calorías».
Durante los seis meses que duró el estudio no se registraron efectos adversos graves. Los casos de hipoglucemia (bajo nivel de azúcar en sangre) e hiperglucemia (alto nivel de azúcar en sangre) no difirieron entre los grupos de dieta y los grupos de control.
Algo más de la mitad de los participantes en el estudio eran negros y otro 40% hispanos. Esto es importante, ya que la diabetes es particularmente prevalente entre estos grupos, por lo que disponer de estudios que documenten el éxito de la alimentación restringida en estos grupos es particularmente útil, señalan los investigadores.
El estudio era pequeño y debería ir seguido de otros más amplios, precisa Varady, que también es miembro del Centro Oncológico de la Universidad de Illinois. Aunque se trata de una prueba de concepto que demuestra que la restricción horaria es segura para los diabéticos de tipo 2, Varady señala que las personas con diabetes deben consultar a sus médicos antes de iniciar este tipo de dieta.
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