«No me sorprendería que la alimentación actual tuviera que ver con las alergias y enfermedades autoinmunes».
Silvia Rodríguez. Tiene 32 años. Reside en Barcelona. Sintiéndose asturiana, allí nació, ha pasado en Alicante gran parte de su vida, donde se formó en Nutrición. A Cataluña saltó para abrir su abanico de posibilidades.
En el camino ha hecho Enfermería y se ha especializado en diabetes. Tales conocimientos le han conducido a ser en la actualidad Clinical Training Manager Europe en Senseonics.
Forma a profesionales en el primer sistema implantable para medir la glucosa en sangre. Su filosofía de vida se centra en «supeditar la mente al corazón, porque sin consonancia no hay plenitud».
De las frase que más le inspiran se encuentra una de Los 4 acuerdos, de Miguel Ruiz: «Honra tus palabras; no te tomes nada personal; no hagas suposiciones y haz siempre lo máximo que puedas».
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Pensaba que habías nacido en Alicante pero lo hiciste en Asturias.
Sí. De Alicante me enamoró su luz y su litoral, es un lugar que brinda calidad de vida y la gente es abierta, lo que hace cálida la llegada. Aún así, debe haber un vínculo muy fuerte con las raíces porque, aunque salí hace más de 20 años de Asturias, todavía me revolotea el estómago cada vez que la piso… La fuerza de la naturaleza allá es tan brutal que te hace tomar distancia de los problemas insignificantes.
Por tu formación y experiencia en nutrición, ¿consideras que alimentarse con productos ecológicos es obligatorio para tener buena salud o no es para tanto?
La salud es un concepto demasiado complejo como para depender únicamente de un sólo factor. No creo que sea obligatorio, pero sí considero que, si las pautas prioritarias para una dieta saludable están cubiertas, el comer ecológico aporta un valor añadido. A corto plazo, porque se ha visto que pueden contener más nutrientes que los no ecológicos; y a medio-largo porque nos ahorramos la ingesta de pesticidas que se ha visto pueden actuar como disruptores endocrinos y relacionarse con ciertas patologías. Eso sin tener en cuenta el impacto a nivel medioambiental que, aunque no lo sintamos tan cerca, también construye nuestra salud.
¿Crees que se puede llegar a retrasar el envejecimiento?
Todos venimos con un código genético que nos predispone a unas circunstancias, pero el cómo vivimos influye en la mayor o menor expresión de determinados genes. La alimentación es, por supuesto, uno de esos factores influyentes. Se ha sugerido la asociación entre dieta mediterránea, rica en antioxidantes, con la mayor longevidad (no sólo por su efecto cardioprotector). De todos modos, ¿pesa más la dieta que otros componentes del estilo de vida como la vida social y emocional? Habría que preguntar a las viejitas de Okinawa si el secreto de su esperanza de vida reside sólo en su dieta… diría que no.
Lo comento porque existe una dura oposición contra los considerados «superalimentos» como las semillas de chía, espirulina, quinoa y las bayas de goji. ¿Hay que ir a más variedad alimentaria y dejarse de modas?
El problema de las modas es precisamente ese: que son pasajeras. La actitud alimentaria debe ir más enfocada a hábitos perdurables en el tiempo. No existen «superalimentos» aislados sino patrones dietéticos saludables. En nutrición (y no sólo) mi máxima es la «aurea mediocritas» de Aristóteles: ni exceso ni déficit. ¿Recuerdas cuando el pescado azul, como las sardinas, era hijo del demonio porque era rico en grasas? Pues ahora sabemos que el tipo de grasa es esencial en el juicio, y que el pescado azul es una maravillosa fuente del beneficioso omega 3. Pero ojo, que si sólo comiéramos pescados azules (sobre todo los grandes), sobrepasaríamos la ingesta diaria admisible de mercurio, y quizá mañana descubriríamos algo que hoy no sabemos al respecto. Por ello, una dieta variada y equilibrada es la mejor apuesta.
Otro problema, más allá de la eficacia, es la seguridad. Muchas veces, estos «superalimentos» provienen de países donde el control sanitario es más laxo, y en algunos análisis de toxicidad se ha visto que pueden estar contaminados o adulterados. Yendo un poco más allá y bajo la óptica de un consumo responsable, a veces estas modas plantean problemas en el lugar del que provienen estos alimentos: tendrías que echar un ojo a la tesis doctoral de mi querida arquitecta Simona Cerri sobre los monocultivos de soja en Argentina…
Aha. Me lo apunto. Aunque no hagamos caso de los alimentos exóticos y tiremos de lo tradicional, ¿nos fiamos de la oferta que ofrecen los supermercados?
No rotundo. Hace poco leí un libro genial: El dilema del omnívoro, de Michael Pollan. El dilema reside en que la supuesta virtud de ser omnívoros se ha convertido en una desventaja en entornos donde, ante la oferta alimentaria, consumidores no informados corren el peligro de enfermar por comer. Así de crudo. Por eso la necesidad de leer, entender y saber elegir en base a las etiquetas nutricionales, sobre todo mientras no tengamos políticas más protectoras de nuestra salud. Por otro lado, la presión de la demanda del consumidor en masa es lo que mejor puede obligar a la industria alimentaria y a los supermercados a hacer mejor las cosas. Podemos exigir que no nos vendan como integral un alimento a base de harina refinada al que le han añadido salvado. Podemos elegir comprar legumbres españolas en vez de norteamericanas, que además de tener una legislación de producción más conservadora, necesitan bastante menos combustible para llegar hasta aquí. Podemos elegir comprar a granel en vez de 4 peras envueltas en plástico y dentro de otra bandeja de plástico. Pero claro, todo esto requiere concienciación previa.
Los personas defensoras del ecologismo se oponen a los organismos transgénicos, cuando no hay pruebas de que su cultivo y consumo generen problemas para la salud ni para el medio ambiente, según el bioquímico de Dènia JM Mulet.
Prefiero mantenerme cauta al respecto. El hecho de que en el presente no se hayan detectado dichos problemas no excluye que en el futuro sí los descubramos. Personalmente, por un lado me asusta y no lo considero necesario. Pero, por otro lado, pienso en que la técnica de empalmar un esqueje de una planta a otra, tan común en la agricultura tradicional, no deja de ser también un juego genético, y nadie pone el grito en el cielo.
110 premios Nobel le mandaron en 2016 una carta a Greenpeace en la que le exigían, por razones humanitarias, que dejasen de oponerse al arroz dorado (una variedad producida con ingeniería genética, que es rica en vitamina A).
Esto me hace pensar en la pirámide de Maslow sobre las necesidades humanas. Si no tienes cubiertas las más básicas, como alimentarse, no puedes pensar ni de lejos en las de autorrealización. Para mí el dilema se resolvería en una cuestión de jerarquía de prioridades, si no fuera porque me cuesta creer que sea la mejor solución. Deberíamos preguntarnos si realmente se han probado otras intervenciones más cautas y sostenibles como búsqueda de alimentos autóctonos que puedan aportar las cantidades recomendadas de vitamina A y educación alimentaria a la población. Si así fuera, ¡avanti! Pero, francamente, estando Monsanto detrás (la corporación que más atenta contra la soberanía alimentaria) tengo mis reservas.
Volviendo a lo preguntado anteriormente, ¿consideras el ecologismo como un movimiento con fuertes creencias que carece de evidencias científicas?
Para nada. El verdadero ecologismo tiene una visión holística de la alimentación y la salud que ya tiene algunas evidencias científicas en algunas de sus posturas, y estoy convencida de que cada vez habrá más. El ecologismo del que te hablo va en la línea de seguir una dieta saludable, respetuosa con el medio ambiente e incluso con las personas involucradas en ese proceso. ¿Por qué cada vez hay más alergias y enfermedades autoinmunes? No me sorprendería en absoluto que la alimentación actual tuviera algo que ver: el modelo alimentario ha cambiado mucho más en mucho menos tiempo que nuestros genes como especie. A propósito, otro libro indispensable es El mono obeso de José Enrique Campillo Álvarez.
Enfermedades relacionadas con la diabetes de tipo 2 se vinculan al abuso de ingerir proteína animal y alto consumo de carbohidratos.
Los factores de riesgo para desarrollar diabetes tipo 2 pueden ser no modificables (serían las papeletas que nos han tocado a cada uno para el sorteo: genética, edad, sexo, etnia, diabetes gestacional) o modificables (que podemos prevenir o tratar): el sedentarismo, el consumo excesivo de azúcares añadidos, el abuso de grasas saturadas, el sobrepeso y la obesidad, hipertensión, etc. Hay evidencia científica de que hasta el microbioma intestinal (los microorganismos que habitan en nuestro intestino y sus genes) está relacionado con la diabetes y con muchas más cosas… ¡Es un mundo apasionante, por cierto!
Por ello, ¿contraer diabetes es multifactorial?
Sí lo es. Hay varios tipos de diabetes, pero las más comunes son la tipo 1 y la tipo 2. La tipo 2, como hemos comentado antes, tiene diversos factores de riesgo, muchos modificables. En cuanto a la tipo 1, sin embargo, hay muchas más incógnitas, pero con frecuencia suele ser de origen autoinmune y de hecho no es poco común que se asocie a otras del mismo tipo, como la celiaquía.
Según estudios de Harvard y American Heart Association, dejar de tomar café y no consumir gluten aumentan las posibilidades de tener diabetes tipo 2.
Sí. ¡Fue toda una alegría! El café contiene antioxidantes y componentes bioactivos que reducen la resistencia a la insulina y la inflamación sistémica, y también vale para los descafeinados. Ojo, en el estudio evaluaron el consumo de menos de 5 tazas al día. Respecto al gluten, el problema no parece ser tanto el dejar el gluten en sí como qué comemos cuando dejamos el gluten. Muchos de los alimentos «sin gluten» que han sido procesados para eliminar éste de su matriz natural, es que suelen tener una composición menos saludable para lograr que sea aceptable a los sentidos (menos fibra y micronutrientes, más grasas saturadas, más azúcar, etc.).
¿Y ayunar a base de comer fruta y verdura una vez a la semana para limpiar el aparato digestivo cómo lo ves?
Volvemos a la polémica de las modas… Ya lo decían los sabios: no es más limpio es que más limpia sino el que menos ensucia. Lo ideal, insisto, es tener hábitos saludables a largo plazo. Dicho esto, el ayuno es una práctica común a muchas culturas desde antaño. Parece ser que algunos tipos de ayuno (puede ser total o parcial y continuo o intermitente) sí han mostrado ciertos beneficios metabólicos y reducción de peso. De todos modos, faltan más estudios al respecto. Algo que sí es recomendable desde ya y más conciliador con la vida real es cenar pronto y así dejar unas cuantas horas de descanso digestivo antes del desayuno.
Las consultas de los nutricionistas se duplican tras de los periodos vacacionales por temas estéticos. Ahora bien, hay pacientes que padecen patologías y necesitan recibir tratamientos dietéticos para lidiar contra su enfermedad como el caso de la diabetes.
Ciertamente existen picos generalizados de motivación en relación al momento, y se nota en las consultas, incluso cuando el motivo de consulta es por salud y ya no por estética. Septiembre y enero son meses de iniciación, de comienzos, de cambios, de buenos propósitos. Mayo y junio son, sin embargo, puros meses de la famosa y cansina «Operación bikini».
¿En qué consiste el acompañamiento terapéutico?
Es la relación de ayuda entre el profesional y el paciente. Del término se desprende que el camino es propio de la persona, y esto es interesante porque huye del clásico paternalismo de los clínicos. La persona elige el cómo y hacia dónde, se responsabiliza de su salud, y nosotros debemos ayudarle en ese proceso a modo de guía. Cada uno de esos agentes (medicina, educación y psicología) debe participar desde la óptica del acompañamiento terapéutico.
Vale. En el caso de la psicología, ¿qué tipo de terapias se llevan a cabo?
Supongo que depende del profesional y del paciente, pero por lo que aprendí de los grandes Iñaki Lorente (psicólogo especialista en diabetes en Navarra) y Gemma Peralta (ella en Cataluña), y de algunas de las personas con diabetes que he conocido, éste es un pilar fundamental en el tratamiento de la patología. Sí que podría recomendar una técnica que, sin ser psicóloga, siempre me ha resultado muy útil en consulta: la entrevista motivacional.
¿Y empoderar a los pacientes? Creo que educáis en cómo poneros la insulina, alimentarse, hacer deporte…
Así es. Piensa que las personas con diabetes que necesitan insulina se pasan el día tomando decisiones: cada vez que comes, que haces deporte, si te emocionas demasiado o te estresas, si bebes o no, si viajas, hasta si tienes relaciones sexuales… Cuando integras y casi automatizas esas decisiones, gracias al aprendizaje, la educación y la tecnología, es cuando vuelves a sentirse libre (o al menos más libre). El trabajo de la educadora (y lo que hacen las maravillosas asociaciones de diabéticos y grupos de pacientes) es precisamente ayudar al paciente a que pueda ser capaz de gestionar ese día a día con diabetes.
Ahora la tendencia es llevar sensores que te indiquen los índices de glucosa, en vez de pincharte para sacarte sangre.
La ventaja de los sensores, además de ahorrar pinchazos, es que aporta muchísima información que sirve para ajustar mejor el tratamiento y conocer tu propia diabetes. El futuro cercano, gracias a esta posibilidad de recoger mediciones continuas de glucosa, es el páncreas artificial: un sistema automatizado formado por un sensor y una microinfusora o bomba de insulina que administrará la insulina necesaria en función de los datos de glucosa en sangre que reciba del sensor. De hecho, ya existen grupos de pacientes expertos que usan estos sistemas en modo «Do it yourself» hackeando sensores y bombas de insulina, bajo la filosofía de we are not waiting. Es alucinante, la verdad.
¿Ha habido un cambio desde la Sanidad Pública, especialmente, en la atención de calidad a los pacientes?
La verdad es que, yo que por mi trabajo visito hospitales de toda España, siento que la carga asistencial ha aumentado (supongo en parte desde los famosos recortes) y percibo que el problema no es tanto la calidad de la atención (en general, contamos con grandes e implicados profesionales), como de falta de tiempo y recursos.
¿Qué aspectos de la gestión de la diabetes, hacia el paciente, se podría mejorar?
A veces los profesionales seguimos pecando de paternalistas o poco flexibles, imponiendo nuestra manera de hacer o ver las cosas… Eso no funciona bien porque no promueve el cambio desde dentro de la persona. Otro aspecto mejorable sería motivar al paciente que se ha dejado en el autocuidado o que no sabe por dónde empezar, y no dejarle perderse en el camino.
*Colaboración de Julia Nuño, profesora alicantina de Humanidades en centros públicos de Barcelona.
Este post se basa en el tema «Entrevista a Silvia Rodríguez, especialista en diabetes« publicado en Diabetes Foro.
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